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PAMPLONA

Pamplona, accesible pero mejorable

Actualizada Domingo, 24 de febrero de 2008 - 02:28 h.
  • GOIZEDER LAMARIANO. PAMPLONA

Entre 2005 y 2007, el Ayuntamiento de Pamplona realizó 1.200 rebajes en otras tantas aceras. Sin embargo, todavía quedan por mejorarse otros 3.500 puntos de la ciudad. Esas pequeñas cuestas en los bordillos de las aceras permiten que personas con silla de ruedas puedan moverse libremente por toda la ciudad sin necesidad de ayuda.

Desde la Coordinadora de Disminuidos Físicos de Navarra, que cuenta con 2.400 socios de los que 1.500 son afectados, reconocen que Pamplona es hoy en día "una ciudad accesible", pero que todavía quedan muchas cosas por hacer.

«Hay que mejorar muchísimas cosas y nadie puede dormirse en los laureles. Este trabajo no termina nunca, no sólo hay que construir, también hay que revisar y restaurar constantemente los elementos de accesibilidad. Pero no sólo tenemos motivos de queja. Hemos viajado mucho y sabemos que Pamplona es muy accesible comparada con otras ciudades españolas como, por ejemplo, Toledo, donde precisamente se encuentra el mayor centro de atención a discapacitados», destaca Araceli Funcia Quintana, segoviana de 51 años que desde hace siete pertenece a la Coordinadora de Disminuidos Físicos de Navarra. Hace diez años, un accidente la dejó en una silla de ruedas. Casada con un navarro y madre de dos hijos de 21 y 16 años, es pensionista y dedica su tiempo a aprender inglés, literatura, fotografía y a ayudar a la ONG Alboan.

Por su parte, Santi Rodríguez Santacruz, pamplonés de 44 años, está casado y es padre de una chica de 15 años. También pensionista, pertenece a la Coordinadora desde que tenía 18 años. Al alcanzar la mayoría de edad, una enfermedad neuromuscular lo postró en una silla de ruedas. Rodríguez comparte la opinión de su compañera: «Los rebajes son lo más importante, pero también tenemos derecho a poder usar papeleras, fuentes o cabinas de teléfono. Tenemos mucho que agradecer, pero también hay todavía mucho que reclamar».

Cuando se les pregunta si Pamplona es una ciudad accesible, ambos lo tienen muy claro. «Yo trabajo desde hace siete años en el área de barreras junto al arquitecto y técnico asesor de la Coordinadora. En los tres últimos años Pamplona ha cambiado muchísimo, gracias sobre todo a los más de mil rebajes que se han construido en otros tantos pasos de cebra. Eso nos ha facilitado muchísimo la movilidad, pero también es cierto que todavía quedan por hacer muchísimas cosas, ya que unas zonas están mejor que otras y, sobre todo, con el paso del tiempo los rebajes se van deteriorando hasta que no sirven más que para impedirnos el paso», destaca Funcia.

Recorrido por Pamplona

Para comprobar todo esto, basta con dar un paseo por el centro de la ciudad. Recientemente, Diario de Navarra acompañó a Araceli Funcia y a Santi Rodríguez en un recorrido por varias calles de Pamplona, en el que estuvieron también el entonces arquitecto de la Coordinadora, Fermín Esparza Ancín, y el chófer, Mikel Garaikoetxea.

Tras abandonar la sede de la Coordinadora en la calle Doctor Labayen del barrio de San Jorge a las 11.30 horas, Funcia y Rodríguez se dirigieron hacia el centro de la ciudad por la avenida de Navarra. Al llegar al Tanatorio Irache, en la calle Monasterio de Irache, llegaron también los primeros comentarios. «Para poder cruzar esta calle necesitamos que alguien nos ayude a subir a la acera. Aunque los pasos de cebra tienen rebaje, miden entre dos o tres centímetros y las ruedas se quedan clavadas. O nos empujan, o nos quedamos ahí o, en el peor de los casos, nos vamos de morros al suelo», recuerda Santi Rodríguez.

En la calle San Roque, si se desea cruzar desde el Palacio de Justicia, los tres primeros bordillos cuentan con rebaje pero, sin embargo, el último no, y no permite llegar a la otra acera. Si finalmente se consigue subir a la acera y se continua recto en dirección a la Cuesta de La Reina, los dos siguientes pasos no disponen de ninguno de los cuatro rebajes.

Eso obliga a las personas con silla de ruedas a circular por la carretera, junto a los coches y el resto de vehículos (ver fotografía de la siguiente página). «En varios puntos como éste tenemos que arriesgarnos a que nos atropelle un coche», se lamenta Araceli Funcia.

En la Vuelta del Castillo

En la parte de la Vuelta del Castillo más próxima al parque de Antoniutti los tres pasos de cebra que cruzan hacia la avenida de Pío XII, de Barañáin y de Bayona cuentan con rebajes con el bordillo de la acera demasiado elevado como para superarlo sin ayuda.

Finalmente, consiguieron llegar a la Vuelta del Castillo, frente al Civican. El camino de losetas que bordea se acaba repentinamente y, durante varios metros, se convierte en un camino de adoquín. «No sé si lo hacen porque queda bonito, pero los adoquines son muy incómodos, no sólo para las sillas de ruedas, también para las silletas, los carritos de la compra, las personas mayores o simplemente para las mujeres que llevan tacones», recuerda Funcia.

En su camino hacia el centro, Funcia y Rodríguez deciden acortar y cruzar por el interior de la Ciudadela. Pero la entrada desde la Vuelta del Castillo cuenta con unas escaleras y dos rampas demasiado pronunciadas. Araceli Funcia decide arriesgarse y baja de espaldas por una de las rampas. «Me da muchísimo miedo caerme. Pero hay que superar el miedo. No vamos a quedarnos encerrados en casa sin salir a la calle», concluye.


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  • No hay más que ponerse al mando de un carrito de bebé o un carrito de la compra. Si estos se encuentran con barreras (gobernados por un "válido"), ¿que no se encontrarán por ahí los minusválidos?Ana

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