La necesidad aviva el ingenio para combatir la amenaza de un insecto voraz. Los apicultores que, como Santiago Mitxeltorena Mitxeltorena, son conscientes del problema se han apresurado para confeccionar trampas artesanales, a partir de las indicaciones recibidas de expertos y de los testimonios escuchados de homólogos franceses. Es por eso que han transformado botellas de plástico en útiles capaces de atraer y atrapar avispas.
Las formas son diversas pero el denominador común a todas ellas es la apertura de unos orificios, ya sea a media altura o en su parte superior o con la boca de la botella colocada en sentido inverso. El efecto de atracción está asegurado en todas ellas por el líquido que contiene en su interior. La cerveza garantiza, según Mitxeltorena, tal propósito. Las "fórmulas" varían, como dice, con el añadido de otros ingredientes, como vino blanco o fresón. "Esta avispa es golosa y cae en la trampa", según señala desde el conocimiento de experimentos con resultados eficaces, como el realizado por su yerno con el uso exclusivo de cerveza.
Lo curioso del caso es que, así como las avispas asiáticas no pueden sustraerse al efecto de atracción que ejerce el invento, las abejas no entran en la trampa mortal para alivio de sus cuidadores.
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