Son estudiantes que tienen un coeficiente intelectual superior a 120, cuando la media se sitúa entre 80 y 100
No son muchos y suelen pasar desapercibidos en las estadísticas. Pero están ahí y dejan huella. Son niños "con altas capacidades"; lo que antes se daba en llamar superdotados. Estudian en centros ordinarios pero no reciben una educación al uso. En Navarra hay este curso 128 escolares con un potencial elevado y el departamento de Educación ha puesto en marcha todos sus mecanismos para poder atender sus necesidades.
El objetivo no es otro que evitar que se queden en la estacada, al margen del sistema, por culpa del aburrimiento y la falta de motivación. Porque aunque tienen un potencial importante, si no se explota, pueden pasar por alumnos mediocres e, incluso, pobres.
Las pruebas de aptitud no son obligatorias en los centros, pero se suelen hacer sobre todo en 4º de ESO, de cara a orientar sobre futuros estudios. Los 128 estudiantes con altas capacidades detectados hasta el momento, que van desde Infantil hasta Bachillerato, apenas suponen un 0,13% de los más de 96.000 alumnos navarros matriculados en esos niveles. Educación establece para cada uno de ellos un programa específico de formación, dentro de la política de atención a la diversidad en las aulas. Así al menos lleva haciéndose más de una década, reconoce Rita Maeztu, responsable de la sección de Necesidades Educativas Especiales del departamento.
Las alternativas son varias. Por un lado, se pueden reforzar y ampliar los conocimientos en las distintas materias en las mismas clases, añade Maeztu. "Se ofrecen adaptaciones del temario, ampliando contenidos respecto al resto de compañeros", explica. Además, si las capacidades van más allá y el centro no puede dar respuesta, se propone a los padres y al alumno realizar actividades fuera del horario escolar, "desde idiomas hasta música, en función de sus habilidades".
La otra alternativa pasa por avanzar de curso, a niveles superiores a los que le correspondería por edad. "Es lo que se llama flexibilización de la duración de las etapas educativas", resalta la responsable de Necesidades Educativas Especiales. A diferencia de la ampliación de contenidos y conocimientos, que es una medida ordinaria, el adelanto de curso se considera algo "extraordinario".
De hecho, son muy pocos los casos que se dan cada año. "La media suele rondar los 5 ó 6 alumnos por curso académico", aclara Maeztu. Además, Educación, por norma general, sólo permiten realizar este paso de curso dos veces a lo largo de toda la vida escolar. Y es que, además del desarrollo educativo del alumno también hay que tener en cuenta "su desarrollo personal y social", tal y como recoge la normativa que regula este sistema.
Lo importante, la detección
El problema está en que todos estos mecanismos no se ponen en marcha hasta que no se detectan esas capacidades superiores del alumno. Por eso, la labor de las familias y de los docentes es importante. "A veces lo ve el tutor, en otras ocasiones es la familia la que lo intuye... y algunos casos se detecta por las manifestaciones del estudiante en clase, porque hay que llamarles la atención porque están distraídos", aclara Maeztu. No obstante, estos casos se diferencian de alumnos "traviesos" porque "tienen intervenciones notables que detectan una capacidad superior", insiste.
Cuando surge la duda, el orientador del centro realiza una evaluación del estudiante a través de distintas pruebas para establecer su coeficiente intelectual (CI). Se considera que tiene "altas capacidades" cuando éste es superior a 120 puntos. La media se sitúa entre 80 y 100.
Además, destaca Maeztu, puede ser que el estudiante tenga "potencialidades" en un algunas áreas concretas y en otras no. En esos casos se amplían unas y se intenta potenciar las otras. "El coeficiente intelectual, por si solo, no determina el rendimiento académico. Hay que trabajarlo, en todos los casos, no sólo en altas potencialidades, porque el techo de desarrollo no está fijado para nadie", insiste Rita Maeztu.
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