Osasuna se ha convertido ya en el equipo con más centros al área de Primera (513), por delante del Barça (494)
Osasuna hace muchas cosas bien, está claro, pero hace otras muchas mal, y son éstas las que predominan. En la difícil, por no decir imposible, búsqueda del equilibrio, el equipo rojillo se ha vuelto a hundir en el último puesto de la clasificación, pero lo ha hecho con vicios muy diferentes a los que arrastró en las primeras jornadas.
En una drástica transformación de sus registros goleadores, Osasuna ha pasado de ser un equipo rácano, pero firme, a uno despendolado en todos los aspectos. ¿Qué ha pasado?
De 0,27 a 2,66 de media
Hace nada, José Antonio Camacho se quejaba, y con razón, de la lamentable capacidad goleadora del equipo. Llevaba 3 goles en 11 jornadas, a razón de 0,27 tantos por encuentro. Así no había manera de ganar un partido.
Pero llegaron los goles y con ellos la primera victoria. En las tres últimas jornadas, Osasuna ha anotado 8 goles, y el promedio ha subido a 2,66 por encuentro. Por tanto, ha multiplicado por diez su registro goleador.
Sin embargo, ha sido encontrar el camino de la portería, algo que parecía misión imposible para Osasuna, y descuidar la tienda. Craso error. Osasuna había mantenido el tipo gracias a su firmeza defensiva, al orden, a que los rivales le crearan pocas ocasiones. Camacho presumía de ello. Pero en cuatro partidos, el equipo ha encajado 10 goles, una media de 2,5 por choque.
Nada que ver con los comienzos ligueros, cuando en seis jornadas se recibieron sólo cuatro goles, 0,66 por partido, y Osasuna era uno de los equipos menos goleados de la Primera División.
No hay manera. Ahora que el equipo comienza a aprobar la asignatura del gol, que atenazó las piernas de los futbolistas durante tres meses, el conjunto navarro se ablanda como la mantequilla y encaja goles como churros, cometiendo errores individuales poco habituales en algunos jugadores de rendimiento siempre regular como Roberto o Miguel Flaño que cuestan caros.
El ejemplo doloroso del domingo puso de manifiesto más que nunca a este nuevo y desconocido Osasuna, de facilidad goleadora y escasa consistencia.
Además, los goles llegaron, de nuevo, en jugadas a balón parado, un error que ya cometían los rojillos durante todos los partidos de la pretemporada y que no hubo manera de solucionar entonces. El domingo, cinco meses después, tropezaron de nuevo en la misma piedra.
Inútiles centros al área desde las bandas
Si algo llama la atención de Osasuna este año, aparte de la última posición que ocupa en la tabla, es la cantidad de balones que envían sus jugadores al área. Desde el domingo, lidera la clasificación de Primera en este aspecto, con 513. Increíble. Supera al Barcelona, que lleva 494. Eso sí, en goles cuadruplica a Osasuna (44 a 11).
Los jugadores de Osasuna han mandado una media de 36,6 centros al área por encuentro, una barbaridad que no se refleja después en efectividad. Para muestra, un botón. Azpilicueta centró siete veces al área ante el Valladolid. Monreal lo hizo en ocho ocasiones. Juanfran lo envió cinco más. Pero el que se llevó la palma fue Plasil, con nada menos que 14 centros para sus compañeros.
Todo ello no sirvió más que para un punto, y para volver al puesto de colista. En el lado positivo, Osasuna demostró que tiene equipo para salir de la quema, siempre que los jugadores crean en sus posibilidades, como hicieron durante casi una hora ante el Valladolid.
A partir de hoy, comienzan a preparar el partido ante el Recreativo en Tajonar. De todos los errores cometidos hasta ahora, que son infinidad, deben extraer conclusiones para encontrar el deseado equilibrio, restablecer el orden perdido y recuperar la autoestima lastimada. Saben, pueden y quieren. No debe hacerles falta nada más.
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