Landa es un alumno de bachillerato y se acerca con sus amigos al local de la Juve ( Juventudes de Acción Católica de San Sebastián) donde juegan al futbol, al baloncesto o al ping-pong y donde había también un cuadro artístico que dirigía Alberto Aróstegui. A Landa le encomendaron un pequeño papel en El verdugo de Sevilla de Muñoz Seca, un catalán dueño de la fonda donde transcurre la acción. Como Landa había vivido en Cataluña, le dieron el papel. Llego el día del estreno y le aplaudieron dos mutis pero al decir su tercer mutis, ("adiós muy buenas") y salir de escena, "escuché un aplauso distinto a los anteriores. En aquel momento sentí algo extraño, algo especial. Algo que iba más allá del orgullo, de la satisfacción. Algo que no había sentido nunca. Me quedé paralizado, como si me hubiera atravesado un rayo. Y lo vi todo claro: aquello era lo mío. Cómico. Quiero ser cómico."
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