Los últimos accidentes de villavesas y turismos en el centro de Pamplona han reabierto el eterno debate entre chóferes y usuarios: los primeros culpan de sus problemas al resto de vehículos y al rigor de los horarios; los segundos, piensan que conducen bruscamente.
PENDIENTES del reloj. Así viven usuarios y conductores de las villavesas durante los 365 días del año. Las prisas y las ganas de llegar al destino estresan a los conductores más experimentados y provocan enfados entre los ciudadanos de a pie, respectivamente. La combinación de ambos factores provocan un cóctel explosivo que se traduce en despistes, acelerones y disminución de la paciencia de unos y otros.
Las dos últimas semanas han dejado una veintena de heridos leves en Pamplona al colisionar turismos con villavesas. La velocidad, los descuidos momentáneos o las prisas suelen ser algunos de los principales factores que conllevan este tipo de accidentes. "Hay que cumplir un horario y, a veces, pisas el acelerador más de la cuenta", confiesan algunos de los chóferes. Diez personas resultaron heridas leves el día 6 en la confluencia de la calle Fuente del Hierro y la avenida Sancho el Fuerte al chocar un turismo que se saltó el ceda el paso contra una villavesa. El día 14, otros doce pasajeros sufrieron heridas en un accidente entre un coche que ocupó el carril bus y dos autobuses urbanos en la plaza de Merindades. Son casos llamativos que ponen de actualidad las quejas de las dos partes.
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